La vasija y la ambición
Había una vez un hombre pobre y un hombre rico que Vivian cercanos. El hombre pobre tenía mucha familia, y se la pasaba llorando al ver las comidas tan exquisitas que hacia la familia rica. El hombre pobre se fue una vez a la montaña y allí se le apareció un viejito y le dijo: – Buen hombre. ¿Por qué lloras? – Y le responde el hombre pobre. ¿Cómo no voy a llorar, al ver que en mi familia no tenemos para comer, no tenemos trabajo y ver tan pobres que estamos en casa? – El viejito le contestó: Yo te voy a dar una vasija que te dará: comida y todo lo que necesites cuando lo pidas. ¿Te parece? – Y el hombre contestó: por supuesto que si… Cuando el hombre pobre llegó a su casa, comenzó a pedirle a la vasija que le diera mucha comida para él y toda su familia, ya que habían pasado muchos días sin comer.
Y la vasija se lo concedió. Pero no conforme con esto le pidió también que le diera ¡Mucho dinero! Y que nunca le faltará, para que con él pudieran comprar muchas cosas… Luego, el hombre pobre siguió pidiéndole y pidiéndole, hasta que se hizo mucho más rico que su vecino el “hombre rico”. Y llegó el día en que la vasija, desapareció, desesperado subió nuevamente a la montaña en busca del viejito, para que le diera una vasija nueva, pero el viejito ya no estaba. Era tanta la ambición que comenzó a pedir dinero, y como nadie lo ayudaba la única solución que él encontró fue robar..
Pasaron los días, y él siguió en esa mala vida, hasta que un día cayó en manos de la justicia. Su familia quedó totalmente desamparada, sus hijos mayores tuvieron que dejar de ir al colegio para ir a trabajar y mantener a los más pequeños, pues habían perdido todo lo que habían adquirido por medio de aquella vasija. Después de un largo tiempo que este hombre estuvo encarcelado por todos los daños que había ocasionado, por fin le dieron la libertad quedándole solo la lección recibida.
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